miércoles, 10 de agosto de 2011

P. José Vandor: fecundidad de un Sí misionero

por P. Eduardo Jiménez/ La Voz Católica. Miami

El 8 de octubre de 1979, en la ciudad de Santa Clara, Cuba, moría un sacerdote que dejó un eco profundo en el corazón y en la garganta de todos los que lo conocieron: “Era un santo”. El obispo de aquella diócesis, en aquel entonces Mons. Fernando Prego Casal, solía llamarle “el pararrayos de la diócesis”. Este humilde y gran sacerdote se llamó José Vandor, y pertenecía a la Congregación de los Salesianos de San Juan Bosco.



El año pasado, el procurador de las causas de los santos salesianos, P. Pascual Liberatore, comenzó a gestionar el comienzo de la causa de canonización de este misionero de la paz y la esperanza, de la fe y la bondad, que fue José Vandor. Con este fin se están recolectando escritos, datos y testimonios entre las personas que le conocieron, tanto en Cuba, como en Miami y en otros sitios, para lo cual se ha fundado en Miami la Asociación P. Vandor, que se reúne todos los primeros domingos de cada mes, a las 10:00 am, en el aula 101 del Colegio de la Parroquia de Good Shepherd, situada en Sunset Drive y la 142 Ave, en Kendall.





Si hay un gozo grande en mi vida sacerdotal que pueda testimoniar, es el de haber conocido al P. Vandor. Aún más, el haber tenido el honor de pastorear como párroco aquella que fue su casita de la Iglesia del Carmen, en Santa Clara, y que él abonó con la fecundidad de su Sí misionero. Pero hay algo que fue un verdadero reto y honor para mí en los albores de mi ministerio sacerdotal, y fue el haber sido designado por el provincial salesiano, en 1982, para escribir la vida de este hombre ejemplar. El título de aquel trabajo resumía un gran don suyo: “Hombre de Paz”.



Muchas personas, después que el buen Padre murió, decían que en momentos de tribulación se encomendaban a él y experimentaban una profunda paz interior.

José Vandor nació en Dorog (Hungría) el 29 de octubre de 1909. Fue ordenado sacerdote en 1936 y enviado como misionero a Cuba, después de abrazar por última vez a su amada madre. El P. Vandor no podría volver a su patria hasta 1972, siete años antes de su muerte.

De 1936 a 1940 se desempeña como profesor en el Colegio Salesiano de Guanabacoa. En 1940 es enviado a la República Dominicana. Regresa el mismo año a La Habana. De 1943 a 1946 desempeña la responsabilidad de maestro de novicios en la iglesia de San Pedro (Matanzas). En 1946 se encuentra en el Colegio de Artes y Oficios de Camagüey. En 1948 en el Colegio Don Bosco, de Santiago de Cuba; en 1951, confesor de las Hijas de María Auxiliadora (Salesianas), en La Habana, y en 1954 se le confía la fundación de la obra salesiana en Santa Clara, con una presencia pastoral en la Iglesia del Carmen y la presencia educativa en el Nuevo Colegio de Artes y Oficios.

Grandes retos históricos, como la toma de Santa Clara por las fuerzas de Ernesto “Che” Guevara, pusieron a prueba la grandeza de espíritu de este auténtico misionero, que en todo momento fue una encarnación del amor evangélico. El P. Vandor corría de un sitio a otro bajo las balas, ungiendo moribundos, consolando, confortando, socorriendo y ayudando a todo el que podía. Fue mediador de paz entre las tropas del “Che” y las del Coronel Cornelio Rojas, del ejército del General Batista.

Luego de los alborozos de la caída de un régimen y la entrada de otro que para muchos supuso una nueva esperanza, vino la tiniebla de la decepción y el dolor de la usurpación de los colegios religiosos por el régimen comunista, la expulsión de sacerdotes y religiosas, la creación de campos de concentración llamados UMAP (Unidades Militares para la Ayuda a la Producción), para encarcelar no sólo a católicos sino a todo creyente que el gobierno quisiera reprimir y avasallar. En todo este sufrir, el P. Vandor fue un derroche de paz, consuelo, sabiduría y esperanza. Aun en los últimos momentos de su vida, lleno de dolores por la artrosis progresiva que lo afectaba, no hacía más que dar aliento y consuelo a todos. Solía repetir sin descanso: “Yo todo lo ofrezco por la Gloria de Dios y el bien de las almas; Señor, tú lo quieres, yo también”.

El P. José Vandor es un ejemplo vivo de cuán fecundo es el Sí de un corazón misionero que dedica incansablemente su vida al servicio de Dios y los hermanos. Ésta es la razón por la que no queremos que la luz se esconda debajo de la cama, sino que se ponga encima, para que alumbre a todos y este testimonio sirva de inspiración a muchos, para que puedan ser, como el P. Vandor, sal de la tierra y luz de las gentes.

La Asociación P. Vandor está promoviendo el conocimiento y la devoción privada a este hombre de Dios.

En esa devoción privada pueden pedirse favores de intercesión, y si alguien obtuviera alguna gracia, se le ruega que lo comunique al P. Eduardo Jiménez a:

Good Shepherd Catholic Church,
14187 S.W. 72 St. Miami, FL 33183.
Estados Unidos

Para mayor información: (305)582-6743.

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